Esta fecha nos obligar
a hacer un repaso histórico del reconocimiento a nuestros hermanos campesinos.
La milenaria fiesta del Inti Raymi, celebrada anualmente en el incario durante
el solsticio de invierno en agradecimiento a los beneficios del agro, dio lugar
a las fiestas del Día del Indio, en época del presidente Augusto B. Leguía, que
congregaba multitudes en la explanada de Sacsayhuamán.
En 1969, con la Ley de
Reforma Agraria, N° 17716, se instituyó el Día del Campesino, generalizando las
festividades a las comunidades campesinas y a las de origen nativo, como los
machiguengas, witotos, shipibos, awajún, wambisas, asháninkas y los que viven
aislados en comunidades altoandinas. Creció tanto la fiesta que hoy son
apoteósicas las presentaciones en la antigua capital del mundo, Cusco.
En esta realidad
pensamos en el campo y la ciudad, en el agro y en la vida urbana, y en las
dificultades que los campesinos más pobres tienen ante la burocracia,
especialmente si los vemos esperando en las puertas de los ministerios, donde
pocos trabajadores los entienden, ya que muchos visitantes hablan uno de los 47
idiomas ancestrales peruanos.
En el orden jurídico,
el Perú ratificó en 1996 el Convenio 169 de la OIT, de consulta a los pueblos
nativos, instrumento que fue reglamentado posteriormente.
Por otro lado, en una
reciente conferencia de prensa, la Defensoría del Pueblo informó que tiene a su
cargo varias defensas de titulación de predios de las comunidades, pues sus
representantes legales han pedido su intervención por carecer de recursos para
sostener una defensa privada y especializada.
Al respecto, conviene
tener presente la Ley Nº 30230, que establece procedimientos especiales para
facilitar el saneamiento físico-legal de los predios vinculados a proyectos de
inversión. Dicha norma ofrece oportunidades a los campesinos, pero los
comuneros, con distinta forma de tenencia de la tierra, prefieren litigar sobre
los límites de sus comunidades y muchos de ellos también han pedido apoyo a la
Defensoría del Pueblo.
Si bien es cierto que
escuchamos que el Perú es un país minero, la mayoría de campesinos afirma que
somos una nación agraria. Y, aunque las dos afirmaciones son válidas, debemos
reconocer que la agricultura genera mayores puestos de trabajo y favorece a un
sector de la población que por centurias vive de la tierra y nos alimenta con
los productos cultivados con sus manos.
Que este Día del
Campesino nos obligue a reflexionar seriamente en el futuro de las poblaciones
rurales y ojalá que más allá de un día de celebración, pensemos en el futuro de
todas las poblaciones en su conjunto.
FELIZ DÍA DEL CAMPESINO
PERUANO....
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